QUÉ ES, CUÁLES SON SUS RIESGOS, CÓMO MINIMIZARLOS
Un enemigo silencioso: no tiene olor, color, ni sabor pero constituye un peligro real para la salud pública. Así consideran muchos al radón, un gas radiactivo de origen natural, que al filtrase desde el suelo puede llegar a concentrarse en interiores, como en viviendas, escuelas y lugares de trabajo, y que, según la Organización Mundial de la Salud, es la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Por ello, creemos necesaria que desde las administraciones públicas emprendan cuantas medidas sean necesarias tanto a nivel informativo, haciendo llegar a la población la realidad del que es una grave amenaza para la salud pública, con las campañas y acciones que fueran necesarias, como a nivel preventivo, incrementando en cualquier caso las campañas de inspecciones y adaptándose a las directrices que marcó hace tiempo la Unión Europea y que parecen no establecerse definitivamente en nuestro país. En este doble objetivo, información y prevención, nos detendremos en el primero de ellos para visualizar qué es el gas radón, por qué se le considera una amenaza para la salud pública y qué acciones podemos demandar a nuestras administraciones públicas.
Para ello, y tomando como fuente a la Organización Mundial de la Salud, comenzamos definiendo ¿qué es el radón? Bien, el radón es un gas de origen natural, enemigo invisible como decíamos pues no tiene olor, color ni sabor, que se produce a partir de la desintegración radiactiva natural del uranio, que está presente de forma natural en suelos y rocas, pudiendo, según aseguran los expertos, estar también presente presente en el agua.
Ahora bien, al contrario de lo que sucede con otros gases que se encuentran embolsados en el subsuelo, el gas radón emana fácilmente del suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas radiactivas. Al respirar e inhalar esas partículas, éstas se depositan en las células que recubren las vías respiratorias, donde pueden dañar el ADN y provocar cáncer de pulmón.
La parte positiva es que al aire libre el radón se diluye rápidamente, por lo que deja de ser un problema para nuestra salud, pues apenas se producen concentraciones o a niveles muy bajos en espacios al aire libre, por lo que no suele representar ningún problema. En cambio, en espacios cerrados, las concentraciones de radón son más elevadas, en especial en lugares como minas, cuevas y plantas de tratamiento de aguas, donde se registran los niveles más altos. Sin embargo, la amenaza que supone el radón no se limita a cuevas o minas, sino que en determinadas circunstancias pueden producirse altas concentraciones de este gas en edificios como viviendas, escuelas y oficinas, con mayor incidencia cuanto más próximos estén estos espacios al suelo.
Efectos del radón para la salud
Hasta aquí solo intuimos la punta del iceberg, un gas que emana del suelo y que no es peligroso al aire libre pero que puede llegar a serlo en espacios cerrados cercanos al suelo donde se puedan producir altas concentraciones Lamentablemente, es sólo la punta del iceberg: según la OMS, el radón es la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Se estima que la proporción de los casos de cáncer de pulmón a nivel nacional atribuibles al radón con respecto al total varía de un 3{f347e91c3d15e5e3e741233c2bb5698019e137ba99470c79a7a0399b10c19c94} a un 14{f347e91c3d15e5e3e741233c2bb5698019e137ba99470c79a7a0399b10c19c94}, en función de la concentración media nacional de radón y de la prevalencia de consumo de tabaco del país.
La probabilidad de que el radón provoque cáncer de pulmón es mayor en personas que fuman. De hecho, se estima que el riesgo asociado al radón que corre un fumador es 25 veces superior que en el caso de los no fumadores. Hasta la fecha, no se ha determinado que haya riesgo de otro tipo de cáncer. El riesgo de cáncer de pulmón aumenta en un 16{f347e91c3d15e5e3e741233c2bb5698019e137ba99470c79a7a0399b10c19c94} con cada incremento de 100 Bq/m3 en la concentración media de radón a largo plazo. La relación dosis-respuesta es lineal: por ejemplo, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta de manera proporcional al aumento de la exposición al radón.
Y aunque la primera vez que se detectó un aumento en la tasa de cáncer de pulmón fue entre trabajadores de minas de uranio expuestos a altas concentraciones de gas radón, hay estudios realizados que confirman que incluso en concentraciones bajas, como las que se encuentran en las viviendas, el radón también entraña riesgos para la salud y contribuye considerablemente a la aparición de cáncer de pulmón en todo el mundo.
El radón en las viviendas
Y es aquí donde debemos concienciarnos de que el radón en una amenaza real pues, en ocasiones, la mayor exposición al radón puede producirse en el mismo hogar, lejos de lo que en un principio pudiera pensarse. Por ello, como decíamos, hay que informar que no alarmar, para que la población sea consciente de una realidad que no debe ser ocultada. En esta línea, ¿de qué depende que en mi vivienda se puedan producir altas concentraciones de radón?
La concentración de radón en una vivienda depende de principalmente de tres variantes:
– La cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo. No todas las zonas de nuestro país tienen el mismo riesgo de filtraciones, dependiendo de la cantidad de uranio presente en el subsuelo.
– Las vías que el radón encuentra para filtrarse en las viviendas.
– La tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus habitantes y la estanqueidad del edificio.
El radón se filtra en las casas a través de grietas en los suelos o en la unión del piso con las paredes, espacios alrededor de las tuberías o cables, pequeños poros que presentan las pareces construidas con bloques de hormigón huecos, o por los sumideros y desagües. Por lo general, el radón suele alcanzar concentraciones más elevadas en los sótanos, bodegas y espacios habitables que están en contacto directo con el terreno.
Las concentraciones de radón varían entre casas adyacentes, y dentro de una misma casa, de un día para otro o, incluso, de una hora para otra. La concentración de radón en las viviendas puede medirse de un modo sencillo y económico. Debido a esas fluctuaciones, es preferible calcular la concentración media anual en el aire de interiores, midiendo las concentraciones de radón al menos durante tres meses. Ahora bien, las mediciones han de llevarse a cabo con arreglo a los protocolos nacionales, a fin de garantizar su uniformidad y su fiabilidad a la hora de tomar decisiones.
Mapa del potencial del radón
Lejos de crear alarma, debemos ser conscientes de qué es lo que podemos nosotros hacer, más allá de exigir a las administraciones públicas que ejerzan sus obligaciones para con los ciudadanos, a la hora de prevenir que en nuestra vivienda se llegan a producir altas concentraciones de radón que pudieran llegar a poner en peligro nuestra salud. Y es que en la práctica existen métodos probados, duraderos y eficaces para prevenir la filtración de radón en viviendas de nueva construcción y reducir su concentración en las viviendas existentes. Al construir un edificio, hay que tener en cuenta la prevención de la exposición al radón, sobre todo en zonas geológicas con alta concentración de este gas. En muchos países de Europa y en los Estados Unidos, en las edificaciones nuevas, se adoptan medidas deprotección de forma sistemática y en algunos países es, incluso, obligatorio.
En este sentido, hay que dejar claro que la inmensa mayoría de los edificios contienen radón en concentraciones habitualmente bajas. No obstante existen zonas geográficas en las que, debido a su geología, es más probable encontrar edificios con niveles elevados. Es por ello que desde el Consejo de Seguridad Nuclear de nuestro país se realizase una cartografía del potencial de radón en España, categorizando las zonas del territorio estatal en función de sus niveles de radón y, en particular, identificando aquellas en las que un porcentaje significativo de los edificios residenciales presenta concentraciones superiores a 300 Bq/m3.
Siguiendo este mapa del potencial del radón en España, accesible a través de la página web del Consejo de Seguridad Nacional, las zonas de nuestro país con mayores concentraciones de radón, debido a la presencia de uranio en sus subsuelos, serían la mitad occidental de Galicia, el oeste de Castilla y León siguiendo la frontera con Portugal y con continuidad por el norte de Extremadura, llegando hasta la frontera occidental de la Comunidad de Madrid.
Consejos para las viviendas
Pero en la práctica, adaptando una serie de rutinas o incluso precauciones en zonas más sensibles, conseguiremos reducir las concentraciones de radón en las viviendas de manera significativa:
– Mejorando la ventilación del forjado.
– Instalando un sistema de extracción mecánica del radón en el sótano, el forjado o la solera.
– Evitando que el radón se filtre desde el sótano hasta las habitaciones.
– Sellando el piso y las paredes.
– Mejorando la ventilación de la vivienda.
A estas simples rutinas, que evitarían filtraciones y concentraciones al sellar y ventilar, básicamente, se le pueden sumar sistemas pasivos de mitigación, que pueden reducir los niveles de radón en interiores hasta más de un 50 por ciento. Si además, se utiliza un sistema de ventilación de radón esos niveles pueden descender aún más.
Debemos recordar dos cosas. Por un lado, que no se conoce un umbral por debajo del cual la exposición al radón no suponga ningún riesgo. Por ello, cuanto menor sea la concentración de radón en una vivienda, menor será el riesgo de cáncer de pulmón. Y por otro, que existen métodos probados, duraderos y eficaces para prevenir la filtración de radón en viviendas de nueva construcción y reducir así su concentración en las viviendas existentes.
¿Y en el agua?
El agua no se respira, se bebe. Aunque parezca una obviedad, esta afirmación es importante si recogiendo las publicaciones de la Organización Mundial de Salud añadimos que hasta la fecha, en los estudios epidemiológicos realizados no se ha encontrado ninguna relación entre la presencia de radón en el agua potable y un mayor riesgo de cáncer de estómago.
Es cierto en muchos países, el agua potable proviene de fuentes subterráneas como manantiales o pozos, que normalmente tienen concentraciones mucho más altas de radón que el agua de superficie de ríos, pantanos y lagos. De esta manera, el radón que está disuelto en el agua potable puede pasar al aire de los espacios interiores y ahí es donde estaría el peligro de producirse concentraciones en al aire, que no el agua, pues normalmente la cantidad de radón que se inhala al respirar es mayor que la que se ingiere al beber.
Las guías de la OMS para la calidad del agua potable recomiendan que los niveles para realizar pruebas de concentración de radón en el agua potable se establezcan en función del nivel nacional de referencia para la concentración de radón en el aire. En los casos en que se prevea una concentración elevada de radón en el agua potable, conviene medir las concentraciones de radón. Existen técnicas sencillas y eficaces para reducir la concentración de radón en el suministro de agua potable mediante aireación o el uso de filtros de carbón activo granular.
A las administraciones públicas
Una vez conocido qué es el radón, cuál puede ser su peligro, dónde se pueden producir concentraciones o algunos consejos para reducir el nivel de las mismas, es momento de mirar hacia las administraciones públicas y a su papel a ejercer antes una amenaza para la salud pública como puede ser la presencia de radón en viviendas o espacios cerrados de acceso público. Desde hace años, la OMS viene recogiendo en informes sobre el radón en interiores una perspectiva de salud pública, que ofrece propuestas normativas destinadas a reducir los riesgos para la salud derivados de la exposición al radón en las viviendas del modo siguiente, con directrices para los distintos órganos públicos implicados como pueden ser:
– Proporcionando información sobre las concentraciones de radón en interiores y los riesgos conexos para la salud.
– Implantar programas nacionales contra el radón para reducir el riesgo general de la población y el riesgo individual de las personas que viven en entornos con concentraciones elevadas de radón.
– Establecr un nivel de referencia medio anual nacional de 100 Bq/m3. Cuando ese nivel nacional no pueda alcanzarse debido a las condiciones específicas de cada país, el nivel que se establezca no debería superar los 300 Bq/m3;
– Incluir medidas destinadas a prevenir los efectos del radón en los códigos de construcción, a fin de reducir la concentración de radón en las viviendas de nueva edificación, y en los programas contra el radón para garantizar que los niveles sean inferiores a los niveles nacionales de referencia.
– Establecer protocolos de medición del radón para velar por la calidad y la reproductibilidad de las mediciones.
Es nuestra obligación, en nuestro objetivo de defender los derechos ciudadanos, exigir a las administraciones competentes el cumplimiento de éstas y otras medidas, partiendo de la necesidad de reconocer que el radón es una amenaza real y que como tal hay que afrontarlo.